
El Premio Princesa de Asturias de las Artes concedido a Marina Abramovic, el Premio Velázquez a Tania Bruguera y el Premio Nacional de Artes Plásticas a Dora García, todos ellos importantes premios del ámbito nacional que han sido otorgados a artistas del campo de la performance. Además, vemos con frecuencia exposiciones sobre este género en galerías de arte y retrospectivas en museos. ¿Está la performance de moda?
Para responder a esta pregunta de una forma reflexiva haremos un recorrido por diferentes exposiciones y artistas especializados en este formato: la performance.
Según el Diccionario de la Academia, performance es la “actividad artística que tiene como principio básico la improvisación y el contacto directo con el espectador”. Esta definición es algo difusa y nos plantea muchas más preguntas, ¿no hay una acción coordinada o una idea detrás que se quiera transmitir?
Tendríamos que echar la vista atrás para entender de dónde procede este género y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Recordemos la puesta en escena de Pollock donde su pintura se alejaba de la concepción tradicional. Ésta se relacionaba con lo espontáneo y estaba más ligada a la experiencia del proceso. ¿Era el inicio de lo que hoy llamamos performance? Como mínimo una influencia directa. Será Allan Kaprow, otorgando la primacía del proceso frente al producto, el pionero del happening, colocando al espectador en un lugar impensable. ¿O eso ya lo hacían las experiencias dadá y futuristas de primeros de siglo XX?
Una de las características más importantes de una performance es que se desarrolla en un lugar determinado durante un tiempo concreto. La performance se lleva a cabo en vivo y existe mientras el artista realiza su propuesta, integrando un lenguaje propio de las artes escénicas a diferencia de una exposición tradicional.
En este sentido, si la performance tiene un tiempo y lugar de representación ¿cómo trasladarla a una sala expositiva, a un Museo?. Un ejemplo reciente lo encontramos en las performances de danza en lugares como el real Jardín Botánico de Madrid o el Museo del Prado.
En el año 2010 se inauguró en el MoMa de Nueva York una gran retrospectiva de Marina Abramovic. La exposición, titulada “La artista está presente”, incluyó fotografías, documentos, registros en vídeo desde la década de los setenta y varias instalaciones con la recreación por parte de actores de acciones realizadas previamente por la artista. Sin embargo, la pieza central era la performance donde ella sentada en el hall del museo esperaba inmóvil a los visitantes, sosteniendo la mirada. La escena de cuando llegó su compañero Ulay pertenece a la historia del arte.
El CAAC ha presentado en los últimos años diferentes exposiciones dedicadas a artistas que trabajan en la performance, con lo que hemos podido comprobar los diferentes intereses y temáticas a la hora de enfocar la producción.

Entre ellas citaré: “Jan Fabre. Estigmas, Acciones y performances 1976-2017”, que realizaba un recorrido por los 40 últimos años de la producción de Fabre en el campo de la performance; “Asociaciones inevitables”, la retrospectiva dedicada a Suzanne Lacy, creadora estadounidense involucrada con el arte feminista de los años 60 y que mostraba su interés en organizar grandes «performances» que implicaban un gran número de participantes; “Yeni y Nan. Dualidad, 1977-1986”, la muestra dedicada al colectivo venezolano donde el tema central de su producción son sus propios cuerpos. Ellas se convierten en objeto, sujeto y escenario de trabajo, y siempre desde un planteamiento procesal.
Salvo la performance “Fuego-purificación” , realizada en directo por las artistas “Yeni y Nan” (Jennifer Hackshaw, Caracas, 1948, y María Luisa González, Caracas, 1956) con motivo de la inauguración de su exposición, y que les permitió unirse nuevamente en la muestra, los proyectos se presentaron a través de instalaciones, fotografías y vídeos. De todo ello se deduce que la abundancia de la obra en formato foto o vídeo de las acciones o performances pone en entredicho el carácter secundario de éstas frente a las representaciones en directo, pasando a ser la obra misma.

Actualmente en el CICUS se puede visitar la exposición “Meeting Points: Early Performances”, dedicada a Sanja Ivekovic. La muestra nos acerca a algunas de las más importantes acciones y performances de esas primeras décadas, permitiendo conocer su activismo político y su confrontación con el espacio público/privado.
Las piezas seleccionadas corresponden a acciones llevadas a cabo entre los años 1977 y 1979 presentándose ella misma no sólo como performer sino como objeto de investigación, y concibiendo el espacio expositivo tanto como lugar de encuentro como herramienta artística.

En la pieza “Inter nos (BETWEEN US), 1978″ se presenta una instalación realizada en dos habitaciones conectadas por un circuito de televisión cerrado. En una de ellas el público entra para interactuar con la artista a través de la pantalla que se encuentra en la otra habitación. Simultáneamente, en una tercera pantalla la audiencia ve las reacciones del participante con la artista.
Quizás sería interesante que hoy la acción continuara y que en otro monitor se visualizara toda reacción del nuevo visitante a la exposición. En mi caso, sentarme en los bancos provistos en la sala me trajo a la mente el trabajo alrededor de la performance que realiza el artista sevillano Rubén Barroso, idea que me motivó a hablar con él sobre el trabajo que ha estado realizando.

Sin duda, relacionamos a Rubén Barroso con la muestra internacional de arte en acción titulada CONTENEDORES, que este año ha llegado a su 21ª edición. Un espacio-evento dedicado a la difusión e investigación del arte de acción y performance, y que pone en relación las confluencias entre las propuestas de acción, los entornos naturales y las redes de la experimentación artística española.
Si algo se desprendía con rotundidad de nuestra charla era su vocación, la pasión que le pone a cada una de las acciones que emprende: piezas sonoras, objetos, publicación de libros, conferencias, comisariado, didáctica, entre otras muchas cosas. Estudió arte dramático y lleva más de 30 años trabajando el formato de la performance desde diferentes ángulos. Rubén Barroso es un artista <<hacedor>>, con actitud y con una pregunta recurrente en toda su práctica: ¿para qué sirve un artista?
En sus libros y revistas plasma situaciones e ideas como “Si se quiere, se puede. Pero hay que querer” o “El arte oportunista es el que aprovecha las oportunidades que la vida le ofrece para hacer cosas con ellas”. En plena pandemia vio oportunidades en ese silencio de las calles de la ciudad, realizando una serie de acciones de escucha y la edición de un libro.
Hace unos años presentaba en la Galería Zunino una exposición pop-up titulada “Vernissage”, una experiencia recital de la que regresé con esta pieza: “My name is Esther Ferrer”.
Y es que hablar de performance es hablar de Zag y de Esther Ferrer (Donostia-San Sebastián, 1937). Considerada como una de las pioneras de la performance en España, un género que ella define como “el arte que combina el tiempo y el espacio con la presencia de un público que no es mero espectador, sino que si lo desea, puede participar en la acción”.
La práctica artística evoluciona con la sociedad al mismo tiempo que es un reflejo de ella. ¿Quién dice que en los contrastes del flamenco o en los antiguos rituales no haya algo de arte performativo?.
ENLACES RECOMENDADOS:
Artículo: Esther Ferrer, ‘Permutaciones/Probabilidades/Azar’ en el CICUS.
Vídeo You Tube: Esther Ferrer, una performance histórica en el CICUS Universidad de Sevilla
- Post dedicado al Proyecto Gallo Rojo
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