Con motivo del día Mundial del Urbanismo que tuvo lugar el pasado día 8 de Noviembre, la Avenida de la Constitución (Sevilla) se ha cubierto con otro Arte Público diferente al que nos tiene acostumbrados. Una exposición denominada “Urbanismo Vital” que durante tres semanas, con los ocho soportes que la conforman, ha divulgado ideas sobre el urbanismo con el objetivo de acercarlo al ciudadano, hecho imprescindible para hacer ciudad.
Para conmemorar tal día se realizaron también las jornadas “territorios comparados” y la entrega de los primeros Premios Andalucía de Urbanismo. En esta primera edición, los galardonados han sido: el Puerto de Málaga; el Ayuntamiento de Sevilla, por su Plan de Micro actuaciones de Mejora Urbana de Sevilla; el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Arquitectos y el proyecto “De regiones devastadas a Nuevo Amate” (Sevilla) que ha recibido una mención especial al ser considerado como un ejemplo para entender el ámbito más social del urbanismo. Una serie de iniciativas positivas que deberían establecerse más allá de un gesto puntual y ser más bien el comienzo de un diálogo frecuente y abierto a otros ámbitos relacionados con el urbanismo, para construir la ciudad que queremos.
La ubicación de la exposición “Urbanismo Vital” en la Avenida de la Constitución fue elegida, según los organizadores, por ser un lugar que explica a la perfección el valor público del urbanismo. Como en toda exposición, no es algo espontáneo que ocurre y nada más, sino que debe llevar implícito un mecanismo de valoración y conocerse si realmente se ha cumplido el objetivo. Pero desconozco si hay alguna prueba de que ha llegado el mensaje a la ciudadanía o si, por el contrario, tan sólo han percibido la muestra como otro obstáculo más a salvar en el espacio público, como ya hacía referencia en el anterior post.
En la muestra se plasman 16 ideas desde diferentes perspectivas, que responden a la pregunta “¿qué es urbanismo vital?”, algunas de ellas un tanto idealistas. Merece tener presentes tales ideas como: fomentar la renovación de la ciudad, adaptando y poniendo en valor su patrimonio histórico, artístico y cultural; buscar modelos basados en la autonomía y eficiencia energética; garantizar equipamientos públicos; abordar el tratamiento de la movilidad; controlar el consumo tanto de suelo, como energía y materiales; o dar protagonismo a los espacios libres públicos.
Pero son dos ideas las que me han llamado la atención. La primera idea dice: Pensar en una ciudad para todos y todas, sin discriminación en razón de origen, edad o sexo, y con mecanismos de participación ciudadana: ciudad justa, solidaria y democrática. En la segunda se afirma: La ordenación crea lugares, espacios organizados y ocupados por el hombre. El mayor reto del urbanismo el s. XXI se centra en el concepto de sostenibilidad y en saber adaptarse a la revolución informativa desarrollada gracias a internet.
Desde la premisa de que una ciudad es justa, solidaria y democrática, cuando no uno, ni varios, sino cada uno de los espacios que la conformas lo son, entonces cabe pensar que en nuestra ciudad hay mucho trabajo por hacer. Precisamente, la Avenida de la Constitución, a pesar de que intenta, por un lado, conjugar el patrimonio con el desarrollo de actividades de distinta naturaleza y por otro, abordar el tratamiento de la movilidad con un menor impacto ambiental, no puedo calificarlo como un espacio público de calidad.
La cuestión sería si es acertado o no lanzar la idea de “pensar en una ciudad para todos”, refiriéndome a criterios de calidad de estos espacios, sin reconocer que en muchos casos hay que molestar a alguien. Si analizamos un poco la Avenida, nos damos cuenta que como espacio presenta algunas carencias en el modo en que se organiza: no hay suficientes árboles, no ya con el objetivo de dar sombra, que podría ser facilitada por otro sistema que también está ausente, sino por lo que equivale a espacios verdes necesarios, que aporten valor al paisaje y a la calidad ambiental; no hay suficientes bancos (fijos) en su trayecto, concretamente en el tramo desde la calle Almirantazgo hasta la Plaza Nueva, coincidiendo con el tramo de carrera oficial, no hay ninguno, pudiendo ser temporales. Y eso sin mencionar las barreras arquitectónicas o reflexionar sobre el recorrido realizado por personas invidentes, que ya hablaremos en el siguiente post. Se podría pensar que es una vía de paso y no un lugar de encuentro y que la disposición de todos los elementos está justificada, pero entonces no es cierto que la Avenida esté pensada para todos y como consecuencia tampoco la ciudad.
La construcción del espacio público, también se queda atrás en cuanto a incorporaciones tecnológicas se refiere. Los planificadores del modelo de ciudad reaccionan tarde para adaptarse a la revolución informativa en la que vivimos. Pero en mi opinión, aun sin internet es posible ofrecer información en el espacio público, porque ya lo hacen otras ciudades. En la Avenida, punto crucial de interés turístico, es curioso que no haya ninguna información visual, por ejemplo, de los diferentes Museos que se pueden visitar en la ciudad, referencias al “Año Murillo” una importante conmemoración para la ciudad u otras alternativas culturales que permitirían acercarlos a la ciudadanía, pero podría ser que no les interese.
En una sociedad moderna, en la cual la tecnología nos permite avances funcionales que afectan a las condiciones en nuestro ámbito privado, parece impensable que no llegue a proporcionar también bienestar y calidad de vida en el territorio público. Me viene a la cabeza la exposición del Diseño Español de Zaragoza, donde la marquesina de autobuses “Glass Shelter”, que ganó el Red Dot en 2014, mostraba cómo podrían ser las paradas de autobús en las ciudades del futuro: cubiertas de cristal interactivas que combinaban las nuevas tecnologías de comunicación e iluminación con innovadoras estructuras que le daban forma. Pero entiendo que nos encontramos con dificultades para abordar algunas incorporaciones tecnológicas, que primero habría que resolver, por ejemplo el notable índice de vandalismo o la responsabilidad en el mantenimiento y limpieza del espacio público. Por lo tanto, no sería cuestión en todos los casos de mayores recursos por parte de los planificadores, sino una necesidad imprescindible de involucrarnos todos, como ciudadanos responsables, para que las incorporaciones tecnológicas sean una realidad.
No obstante, hago una reflexión sobre aquellas acciones que hoy sí están disponibles en tecnología y en recursos y que sólo sería cuestión de voluntad e iniciativa por parte de los planificadores. Existen multitud de dispositivos informativos de todo tipo que colocados en puntos estratégicos o incluso mediante aplicaciones descargables desde la propias páginas web de los organismos, podrían aportar información en el instante al ciudadano, desde fichas de monumentos dentro de un recorrido cultural, hasta la indicación de la fuente de agua potable más cercana. Todo ello teniendo un beneficio mutuo, las herramientas digitales van a permitir la inclusión de la ciudadanía en la construcción de la ciudad.
En mi opinión, no es suficiente hablar de colaboración o de mecanismos participativos, sino que es absolutamente necesario que los ciudadanos, más allá de ser cívicos, sean actores principales de la transformación de la ciudad como producto de ella misma.
Empezaba el post con una mirada puesta en el proyecto de Arte público denominado “Urbanismo Vital”, como si fuera una llamada de atención o un intruso en el arte urbano que normalmente la Avenida nos permite disfrutar. Aunque valoro la idea expositiva, hubiera preferido unas esculturas contemporáneas que dieran aire innovador, cubriendo la ausencia de una escultura propia en su recorrido. Pero viendo la Avenida desde otra perspectiva entiendo que históricamente no la encontremos, porque, cuando recorremos su espacio, cada uno de nosotros somos esas esculturas, esas piezas de arte que le pertenecen. Por ello, mejoremos, seamos cada uno de nosotros quien haga que la propia Avenida de la Constitución se sienta orgullosa de ser ese espacio organizado que podemos recorrer cada día.
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