La Fundación Valentín de Madariaga, en Sevilla, acogió el pasado mes una exposición monográfica bajo el título “40.091 Cartografías de un Mundo en la 1ª Colección Fundación ARCO”. Una selección de piezas de arte contemporáneo de entre las más de 300 piezas que componen la colección que la Fundación ARCO ha ido adquiriendo desde 1987 hasta nuestros días.
La muestra comisariada por Iván de la Torre Amerighi y Juan Ramón Rodríguez-Mateo, es la culminación de un proyecto de investigación sobre los lugares y los artistas, cuyo discurso entre las piezas seleccionadas nos permite reflexionar sobre cómo el espacio, las vivencias y el tiempo determinan la creación artística.
En las distintas salas hemos podido encontrar artistas de distintas generaciones y nacionalidades. Fotografía, instalaciones, escultura y video, cuyos creadores tan diversos entre sí, han utilizado un espacio físico o lugar reconocido como protagonista y forma de entender el arte.
Al hablar de escultura/instalaciones, mencionamos;
- Las maquetas de Ángela Ferreira (Moçambique, 1958), donde cuestiona la identidad de los modelos constructivos para cada lugar, la forma repetitiva y sin criterio.
- En el proyecto expositivo de Lara Almárcegui (Zaragoza, 1972) se realiza un trabajo de medición y análisis de los materiales, volúmenes y pesos presentes en las edificaciones. La artista documenta descampados y ruinas en la ciudad y los hace visibles.
- La instalación de video de Jonas Dahlberg (Uddevalla, 1970) sobre espacios construidos, donde reflexiona sobre el afán de controlar nuestra seguridad.
Pero sin duda la instalación que más nos llama la atención, la que reflexiona sobre el propio lugar de la exposición, la que lo aprovecha y lo divide es la obra de Carl Andre (Massachusetts, 1935) y por ello vamos a dedicarle un espacio en EXPRESSAN.
Carl Andre, pertenece a la generación de artistas que se propusieron transformar, desde finales de los cincuenta y sobre todo en la década de los sesenta, las habituales relaciones entre espacio y obra de arte.
Uno de los artistas más relevantes del movimiento artístico conocido como Mínimal en los años sesenta, junto a Donald Judd (EEUU, 1928-1994) y Dan Flavin (EEUU, 1933-1996). Fundamentos como el orden, la simetría y un nuevo modo de entender la materia escultórica, son reconocidos en su obra.
Con planteamientos cercanos al arte conceptual, reduciendo a la esencia misma del objeto, el artista redefine al escultor, se aparta de los principios tradicionales de la escultura, de la verticalidad y la monumentalidad, y se compromete con el espacio arquitectónico para dedicarse a esculpir con el espacio.
La elección de materiales industriales de construcción para sus obras, el acero, el hierro, la madera, el aluminio o el hormigón, materiales nada nobles, que son utilizados por los operarios de diferentes talleres, pero que eluden ser transformados para su uso práctico.
Como si de un procedimiento constructivo se tratara, Andre escoge el material y sin manipular, eliminando cualquier rastro de la mano del artista, crea a través del espacio. Busca eliminar todo lo aditivo, las impurezas y lo decorativo, reduciendo todos los componentes a los elementos más puros del arte.
En este caso, la obra 2(30 AL) Seattle, 1980 que encontramos en la exposición, es un conjunto de piezas simétricas a partir de sesenta bloques de aluminio. Geometrías modulares sin ningún proceso de unión y formando dos filas apoyadas directamente en el suelo, invitan al espectador a caminar sobre ellas. El artista influenciado por sus viajes, nos introduce a su interpretación de ciudad, minimalista y personal de Seattle.
Es una exposición compleja y toda pieza de la exposición nos hace preguntas sobre un lugar como protagonista, pero es la pieza del escultor Carl Andre la que genera al espectador una nueva experiencia en el lugar a través de la materia y cuestiona el arte por su propia esencia. La próxima vez que pueda disfrutar de una pieza así, me sentaré en el suelo para contemplarla desde otra perspectiva, quizás eso era lo que al artista le hubiera gustado.
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Gracias por compartir este interesante post!! Y enhorabuena por la iniciativa, me parece genial!!! Despiertas inquietudes!! Por eso una duda que se me plantea después de leer el artículo es, ¿hace la materia lugar, o qué es lo que define al espacio como eso, como lugar?, ¿nos propone realmente lugares Carl Andre?
Hola Sonsoles, gracias¡¡ Lo bueno del arte son todas las reflexiones que se pueden hacer sobre una obra, en mi opinión la pieza de Carl Andre nos proporciona una experiencia con el lugar expositivo, transforma el espacio como lugar, porque nos permite disfrutarla desde distintos ángulos y orientaciones, incluso contemplarla sentados en el suelo, y por otro lado, ella misma es el lugar a través de la materia, porque es su particular esencia de la ciudad. Sin duda es un artista provocador. Y tú qué opinas?¡ Me alegra verte por aquí. Un abrazo.