La Canción bajo la Pirámide es la exposición temporal que alberga hasta el próximo 4 de Abril La Silla Eléctrica y que pudimos disfrutar en nuestro recorrido #RutaExpo3. Sin embargo, la buena impresión que me llevé en la visita al espacio me hizo contactar nuevamente con su directora Montse Díaz para conocer mejor este proyecto cultural.
La Silla Eléctrica, como todo proyecto emprendedor, rebosa de ilusión. Cuenta ya con una trayectoria de cuatro años en los que ha ido evolucionando hasta llegar a lo que hoy conocemos. Gestionada por la artista madrileña Montse Díaz, se une al escaso repertorio de salas expositivas de Sevilla dirigidas por una mujer.
La Silla Eléctrica es una galería de arte cuyos objetivos son: fomentar el trabajo de artistas con talento que coinciden con el espacio en su forma de entender el arte y hacer dicho trabajo accesible al público. Pero, por otra parte, también es un espacio donde se imparten clases de pintura o se realizan eventos y workshop, por ejemplo, el de encuadernación japonesa que realiza Arma Poética.
La muestra expositiva, la Canción bajo la Pirámide, reúne a tres artistas sevillanos de estética muy diferente: Ildefonso Cecilia, Nacho Caso y Murdo Ortiz, pertenecientes a una generación marcada por el contexto de la crisis económica. Con sus obras nos hacen reflexionar sobre los roles, jerarquías y aspectos más oscuros de la psique que marca el espíritu de nuestro tiempo. El comisario de la exposición, Carlos de Castro, me contaba que el discurso expositivo surge de entre las diferentes piezas, algunas de ellas realizadas para la exposición, más allá de la condición generacional que une a los tres artistas. La Pirámide simboliza la imagen arquetípica de un mundo artificial que funciona en piloto automático, siendo la canción de ésta, la forma de no condenarnos.
Otra de las peculiaridades de la muestra es la edición limitada de un fanzine con textos e imágenes que complementan el mensaje de la exposición. Este fanzine, al igual que la propuesta expositiva, se divide en tres capítulos; Los Mostruos, de Murdo Ortiz, que nos habla de los roles bajo las diferentes máscaras-monstruosas que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, desde la infancia a la vejez y que nos van posicionando en la jerarquía de la pirámide social; La Pirámide (El Mundo Mentira), de Nacho Caso, que continúa en la reflexión del individuo menguado en sus capacidades y sumergido en el Mundo de la Mentira y en la sociedad de masas actual, para alejarla de sus verdaderos propósitos; y, por último, la Canción, de Ildefonso Cecilia, que nos prepara para invertir la pirámide al igual que lo hace la puesta en escena de sus piezas.
La Canción bajo la Pirámide es una propuesta con un discurso expositivo de mayor profundidad de lo que se pueda pensar en una primera percepción, siendo este hecho, quizás, el que resulta atractivo del arte contemporáneo. Mirar la exposición con perspectiva, además del fanzine que tengo en mis manos, me ha permitido reflexionar sobre la autenticidad y la creatividad del ser humano como armas para salir, si aun no se ha logrado, de este mundo irreal transformado en pirámide.
En definitiva es un proyecto expositivo provocador desde todos los ángulos, con sugerencias al dadaísmo o al punk que hacen que esas pequeñas muestras de improvisación estén justificadas. Cojamos, pues, la sugerencia de esta exposición y el mensaje optimista de La Silla Eléctrica para seguir trabajando en este mundo cultural, a veces incomprendido por la sociedad, para fundir el arte y la cultura de una forma más consciente en nuestra vida cotidiana. Estoy segura de que el camino merece la pena.
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