Cada rincón del Centro Cerámico de Triana está lleno de historia. Desarrollado sobre un antiguo conjunto alfarero, nos invita a disfrutar de las exposiciones de arte contemporáneo que compiten, temporalmente, con las piezas del s.XII al XX de la colección propia.
El proyecto “Contemporánica” es una iniciativa llevada a cabo en el Centro de Cerámica Triana para acercar al público la obra de creadores contemporáneos relacionados con el mundo de la cerámica. Cuatro exposiciones temporales que nos permitirán reflexionar sobre la relación entre la cerámica y la práctica artística. La experiencia expositiva se amplía con otras actividades culturales, talleres realizados por los propios artistas, mesas redondas y visitas guiadas, que lo colocan, aunque de forma aún tímida, como un referente cultural de la cuidad.
La sala de exposiciones temporales acoge, hasta el 31 de julio, una exposición del artista sevillano Pedro Mora (1961) comisariada por Iván de la Torre.
‘Roca, sílice y Pauline’ es una exposición de arte contemporánea en un edificio contemporáneo, inaugurado en el 2014 y desconocido para muchos. Integrado totalmente en la arquitectura urbana, no destaca por su fachada, esquina calle San Jorge con calle Antillano Campos. Desde el hall de entrada, se accede directamente al patio y nos invita a pasar para descubrir todo lo que este Centro Cultural puede (o podría) ofrecer.
El Centro de Cerámica es la materialización de un ambicioso proyecto dentro del plan turístico. Con la idea, por un lado, de preservar la memoria de una de las últimas fábricas de cerámica que han tenido lugar en la ciudad, la antigua fábrica Cerámica Santa Ana, y representar la tradición alfarera en Triana, además de, ofrecer un lugar referente para los itinerarios turísticos del barrio.
Para entender mejor el espacio, Miguel Hernández y Esther López, arquitectos integrantes del estudio ganador del concurso, AF6 ARQUITECTOS, han dado respuesta a mis inquietudes y sus comentarios han permitido dar un giro de 180º a la idea inicial del post.
El proyecto arquitectónico “Paisaje Alfar” conlleva un importante trabajo de investigación y arqueología, así como un proyecto museográfico paralelo a la intervención de los edificios que lo integran. Como en toda obra de estas características, no se puede entender la propuesta por el resultado final. Son muchas las decisiones que se tuvieron que ir tomando en el transcurso de las obras.
El Centro de Cerámica se organiza en dos plantas. En la planta baja se han conservados los hornos y la totalidad de los elementos que se encontraban vinculados a la actividad alfarera, así como otros que aunque no se encontraban con protección arqueológica, presentaban indudable valor espacial, etnológico y antropológico. Se pueden visitar dentro de un recorrido continuo, donde igualmente se da a conocer el proceso productivo de la cerámica.
No cabe duda que poseemos la experiencia y tradición en la producción cerámica, pero para poner en valor este material más allá del reclamo turístico, todo depende de que sea incorporado en los nuevos proyectos arquitectónicos por los agentes intervinientes en el proceso constructivo. No sólo por sus cualidades sino también porque éste es un claro ejemplo de que se pueden ejecutar construcciones contemporáneas con este material sin que su presupuesto de adjudicación se vea aumentado.
En la planta alta se albergan espacios con diferentes funciones y al estar condicionados por la planta baja, presentan itinerarios complejos. Entre ellos podemos encontrar una sala de presentación turística de Triana, sala multiusos, espacios de administración, las salas de exposición permanente y la sala de exposiciones temporales.
A pesar de ser un Centro de Cerámica, no se ha empleado dicho material en los revestimientos de suelo y paredes. Contaban los arquitectos que su propuesta era no restar protagonismo al contenido expuesto, que no hubiera competición visual entre los revestimientos y la cerámica que se exponía.
Si algo resalta en todo el conjunto es la celosía cerámica envolvente con la que se construyen las fachadas de la planta primera y que además de provocar todas las miradas nada más entrar al espacio, permite la protección solar en función de la orientación.
Esta envolvente está constituida por una subestructura de acero galvanizado a modo de gran estantería, que sirve de apoyo para el apilamiento de sencillas piezas huecas en forma de dodecaedro (12 lados) de terracota esmaltada. Aunque pareciera que la inspiración llegara del Puente de Triana, la subestructura con las piezas apiladas surgió a raíz de las primeras visitas realizadas a las obras, en donde pequeñas piezas cerámicas se acumulaban en estanterías de la antigua fábrica.
La misma envolvente de celosía nos da la bienvenida a la sala de exposiciones temporales. Una vez dentro se aprecia que los elementos fijos, propios de la arquitectura, que conforman estructuralmente la sala condicionan la exposición.
Una sóla puerta de entrada y salida, suelo de madera, techo de vigas de madera, paredes rehabilitadas sin revestir a un lado y en frente ventanas, son características que limiten la exposición, su itinerario y su densidad.
‘Roca, sílice y Pauline’. Pedro Mora en Contemporánica.
Mediante dos esculturas y 7 fotografías la exposición de Pedro Mora nos hace reflexionar sobra la transformación, el juego conceptual que permite la escultura en su proceso, utilizando en este caso el material cerámico.
El artista viene trabajando con el material cerámico desde finales de los años 90, cuando creó su serie TGW, en la que teselas cerámicas coloreadas conformaban retratos de rostros fragmentados, como en el fondo de una piscina, o azulejos pintados que recreaban imágenes y frases.
La obra de Mora se mueve en un registro de formatos muy variado, con una voluntad consciente de cruzar territorios aparentemente dispares que, una vez manipulados por el artista, adquieren nuevas interpretaciones.
Las dos esculturas usan objetos cerámicos como “sustento metafórico de la relación entre la fragilidad y la consistencia, entre el equilibrio y la solidez, entre la unidad y la multiplicidad”. Según el artista, una roca en equilibrio sobre 12 tazas se convierten en un perro que ladra, una escultura (s/t, 2016) que se presenta como pieza clave en la exposición para articular el espacio. La segunda escultura presentada en una vitrina (Destino reversible, 2016), formada por piezas cerámicas rotas y vueltas a componer, se transforman en los pliegues de una falda.
El conjunto de fotografías que se exponen tituladas “Ejemplos”, son imágenes que representan momentos de trabajo, ensayos o pruebas del artista con material cerámico.
Como en toda exposición, no sólo es el resultado final lo que el público puede contemplar. No sólo son dos esculturas y siete fotografías. El proceso hasta llegar a ese fin es palpable. El apoyo museográfico permite refrescarnos la intención, pero simplemente ver el perro que ladra en la sala ya merece nuestro disfrute.
La propuesta “Contemporánica” tiene potencial, ingredientes para impulsar al Centro de la Cerámica de Triana como un Centro Cultural de relevancia en la ciudad y darse a conocer.
En mi opinión, para valorar algo, hay que conocerlo, entenderlo. ¿Cuántos Museos se han construido en los últimos años en Sevilla? Ofrecer al público los detalles arquitectónicos de una forma gráfica, las distintas fases del proceso constructivo del propio Centro Cerámico de Triana como Museo, también hubieran sido dignos de ser contemplados y disfrutados en la exposición permanente para conocerlo con transparencia y mostrar cómo nos ha llegado el patrimonio que en él se conserva.
La sociedad evoluciona, las preferencias se van transformando y cada vez somos más selectivos. Ya no es suficiente que nos construyan un Museo para ir a contemplar Arte, ya no es suficiente que publiciten una exposición de un artista importante para ir a su inauguración, debe de haber algo más. Al igual que el artista se deja conocer, vamos a permitirle al Centro de Cerámica de Triana que se muestre que nos cuente realmente cuánta historia hay en él.
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