El CAC Málaga acoge la exposición COLD STONES del artista Richard Long hasta el 21 de agosto.16. Comisariada por Fernando Francés reúne una selección de veintisiete piezas representativas, que incluyen esculturas, un gran mural de barro, fotografías y dibujos sobre madera que repasan su trayectoria desde 1967 hasta la actualidad.
Richard Long (Bristol, 1945) escultor, fotógrafo y pintor es una de las figuras más importantes del Land Art, un artista moderno de vanguardia y al mismo tiempo un artista primitivo.
El Land Art, es un arte que ensancha los tradicionales límites de la acción escultórica y deja una vía para la expresión artística con enormes posibilidades. El paisaje no sólo es un simple decorado para la obra, más bien es el propio objeto artístico, una vez que se ha modificado por la intención del artista.
Pero lejos de poder ser albergadas las obras ni en los más grandes museos, se articulan diferentes alternativas. Por una parte, los documentos (trabajo fotográfico) son los que permiten atestiguar y hacer que perdure la acción, suplantando el objeto escultórico real y por otra, como ejemplo de la relación del hombre con su entorno natural.
Mediante actos creativos simples y eligiendo elementos naturales para ejecutar las creaciones escultóricas dentro de la sala expositiva, nos remitirán a un espacio añorado y desconocido para muchos.
La obra de Richard Long se basa en una idea fundamental: el caminar por la naturaleza entendido como arte. A lo largo de varias décadas el artista ha ido repitiendo unos mismos modelos, en su obra se percibe un lenguaje propio y coherente.
Ha realizado su producción artística recorriendo a pie los paisajes de los cinco continentes, empleando materiales propios de cada lugar y siendo el esfuerzo físico (su cuerpo) su medio para conectar con la naturaleza.
En esta muestra del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, se han reunido esculturas, textworks, un gran mural de barro, fotografías y dibujos sobre madera, que repasas su trayectoria y que evocan ese contacto íntimo con la naturaleza.
Así nada más entrar en la sala del Museo, el subconsciente nos traslada a otro escenario, directamente a un paisaje natural.
Como si fuéramos paseantes, el propio artista nos invita a recorrer la exposición y experimentarla, distinguiendo en el recorrido señales que no son creadas por el azar de la naturaleza.
La primera instalación que me recibe es Circle of Sally (2016), una cruz (gris) sobre un círculo confeccionado con bloques de granito y mármol de las canteras de Macael (Almería) realizado en honor a su abuela.
Al igual que la anterior, Muddy Water Wall (2016), el gran mural sobre una de las paredes de la sala, es creado para la exposición. Realizado con barro y agua, que recuerda a las pinturas rupestres ha sido directamente aplicado por las manos del artista.
Un arte natural y efímero que desaparecerá una vez terminada la exposición.
Me detengo ante la pieza Bark Circle (1985), el perfecto círculo creado con piezas de cortezas de árbol, evocadora de antiguos rituales o huellas de nuestros antepasados.
Y al fondo, un texto en vinilo, una pieza conceptual con invitación a la exploración, Walking from a full moon to a new moon (Fourteen days of waning moonlight in the Sierra Nevada Spain 2009).
Completan el recorrido unos lienzos de madera con decoraciones geométricas que parecen rescatados de tribus primitivas y un grupo de trabajo fotográfico del artista. Entre ellas la famosa fotografía sobre su primera obra A line made by walking (1967) que registra la acción de caminar sin cesar en un campo de Wiltshire hasta hacer una senda de sus pasos.
Y para finalizar el itinerario Three Paths (2003), unos caminos realizados con madera, que hacen reflexionar sobre la intención del artista: si son para andar sobre ellos, si nos quiere transmitir la sensación de un camino realizado o pensar en la dirección que debemos tomar en la vida.
Salgo de ese paisaje imaginario y al igual que cuando caminamos por la naturaleza que dejamos nuestras huellas y la alteramos, tengo la percepción que también he dejado mi huella dentro de la sala. A pesar de que no me han dejado tocar las piezas (es normal), en mi opinión, el arte de Richard Long encuentra la complicidad del espectador. Sus piezas despiertan los sentidos y la imaginación.
Una exposición que me transporta a otro lugar para desconectar por unos momentos de toda la urbe sin salir de ella, y que proporciona la energía suficiente para querer explorar, vivir y caminar por territorios desconocidos.
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