“El verdadero viaje del descubrimiento no es buscar nuevos paisajes, sino mirar con nuevos ojos”. M Proust.
Cuando estamos mucho tiempo en un mismo lugar, en un mismo entorno, dejamos de observar, de buscar, nuestros sentidos se acostumbran y empezamos a interpretar lo que vemos como algo conocido.
Ocurre en tu estudio, en el trabajo, en tu casa, lugares que habitamos en nuestro día a día. Los maestros Zen dicen que cada ambiente indica el estado mental de quien lo ocupa. Los hay llenos de objetos, sin ningún rincón vacío, quizás por el miedo al vacío de su mente, que continuamente la llenan de pensamientos. O los hay con un orden demasiado rígido, reflejo de su control interno.
Analicemos cómo es nuestro entorno y si no nos gusta es hora de hacer algunos cambios, sin estrés. Cambia el cuadro de pared, mueve ese libro de lugar, esa maceta hacia otro rincón con más luz, regala los objetos con los cuales ya no te identificas, que no utilizas desde hace tiempo. Al recorrer con tu mirada el mismo lugar con esas pequeñas alteraciones obtendrás nuevos pensamientos y nuevas sensaciones te invadirán. Miras con nuevos ojos.
Igual pasa en tu ciudad, en tu barrio, pasamos por el lado de pequeños tesoros, obstáculos sin llamarnos la atención, y sin lugar a dudas a veces nos quieren contar historias interesantes. Pero nuestra mirada no lo percibe así. Paso todos los días por al lado de la Catedral y a veces no soy consciente de su llamada para ser observada.
Es por eso que nos entusiasma ser turistas en otra ciudad, descubrir nuevos detalles en los edificios, monumentos que hay que conocer según las guías turísticas, recorrer las calles con un mapa en la mano y enfocar los sentidos para captar todo lo cotidiano de esa ciudad y hacerlo nuevo.
La visión, la percepción y hasta la interpretación que tenemos del entorno en que vivimos es subjetiva, limitada, cambiante, parcial, y a la vez, tan real para cada uno de nosotros. Miramos, pensamos, sentimos, actuamos y conectamos con los demás a través de nuestras diferentes visiones.
El arte, el diseño o la fotografía son instrumentos que nos llevan a adquirir nuevas formas de observación e interpretación de lo que nos rodea. En una imagen, en la captura de un instante de realidad, el artista ha querido transmitir una idea, una reflexión, cuando la miramos (el público) descubrimos ese instante con los ojos del artista. El arte nos proporciona no sólo ver nuestro propio mundo sino todos los mundos disponibles como diferentes artistas hay.
Cuando vemos la escultura “David” de Miguel Ángel, vemos la belleza a través de sus ojos, cuando miramos la pintura “Paseos por la orilla del mar” vemos la playa a través de los ojos de Sorolla, o en el diseño del “Sillón Kubus” vemos el concepto de elitismo y calidad a través de los ojos de Josef Hoffman. Aunque sea inconscientemente, el artista plasma la ideología, muestra los ámbitos de interés social cómo el gusto o las valoraciones de belleza.
A veces cojo mi cámara de fotos y me vuelvo turista en mi ciudad, cambio mi mirada, me siento en escalinatas, me agacho para conseguir vistas poco habituales y la observo desde otra perspectiva. Descubro que aun puede sorprenderme y eso después de tanto tiempo es una gran satisfacción.
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