
Desde hace años todo gira en torno a la sostenibilidad. Aunque esta línea de pensamiento no es nada nueva, sí es cierto que la reducción del impacto medioambiental y el diseño ecológico forman parte de toda actividad productiva que se considere moderna y responsable.
Muchos han sido los artistas que se han inspirado en el reciclaje, empleando los materiales que tenían disponibles para sus creaciones, como la madera o el cartón en los Collage de Picasso; las telas de tapices utilizadas por Louise Bourgeois en sus cabezas; o los objetos de plástico reciclados usados por Sayaka Ganz en sus esculturas. No hay jerarquía entre materiales cuando pueden ser una forma de transformación ética y social.
Para hablaros de ese arte sostenible os traigo este Post Invitado, donde la artista Andrea Hauer (Chile, 1974) nos habla en primera persona.
En sus piezas artísticas, formas abstractas cargadas de simbolismo, el proceso de creación es tan importante como la reflexión que nos sugiere sobre cómo vivimos. Un trabajo íntimo, con materiales reutilizados, que nace en un terreno cotidiano y doméstico, expandiéndose en lo expositivo para reivindicar un arte sostenible y consciente.
Es un placer presentaros este Post Invitado de la artista visual Andrea Hauer, en el que nos hablará sobre su proceso creativo, en el que toma el reciclaje como punto de partida.

A lo largo de la historia del arte, cada movimiento artístico ha empleado una serie de materiales que lo han identificado. Mientras que los materiales industriales, como el hierro o el aluminio, absorbieron el poder del arte mínimal, en contraposición, la tela o las ramas realizaban una crítica poética a la sociedad moderna en el arte povera.
Al mismo tiempo, el uso de textiles y costuras ha estado históricamente ligado al quehacer de las mujeres en el ámbito doméstico y luego en la industria textil de fines del siglo XIX y principios del siglo XX para llegar a hoy. Mi investigación artística desde el principio ha estado fuertemente ligada a esos materiales textiles y a los elementos residuales que van desde cajas, papeles y ropa hasta ramas, tierra y plástico. Con una fuerte inspiración en el arte povera y al uso de materiales considerados desechos o de escaso valor. Me interesa su transformación, sea ésta por acción manual o por acción del tiempo y también la historia que hay detrás de los materiales, y su procedencia, que determinan qué quiero comunicar con ellos.

La mayoría de los materiales con los que trabajo han sido recolectados en el espacio cotidiano donde me muevo: en mi casa y en trayectos que repito casi a diario por la ciudad (Madrid). Por lo general los elijo por sus características físicas (maleables, no tóxicas, fáciles de transportar y guardar) y por la carga semántica que tienen y aportarán al objeto del que formarán parte. Materiales que no tenga que comprar y que pueda encontrar o juntar fácilmente. Hay en esto una razón práctica y también económica, trabajo desde la precariedad y también con ella. Me parece importante reflejar las condiciones de producción porque no son inocuas y presentan en mi trabajo un peso conceptual importante.
Trabajo de manera manual: cosiendo, tejiendo, anudando, entrelazando. Todas ellas, técnicas simples y marcadamente repetitivas, de carácter artesanal y ligadas a las mujeres. Al utilizar ropa usada me refiero a los trabajos de cuidado, a la protección que nos da y damos (“segunda piel”), haciendo presente a la segunda industria más contaminante a día de hoy. Si utilizo ramas o tierra estoy hablando de nuestra relación con la naturaleza y con materiales realmente primarios, y en el caso del plástico y la moqueta los refiero a la industria y a materiales artificiales que paradójicamente son los más humanos al ser creados por nosotros.

Los objetos que realizo, a los que llamo hechos artísticos en mi fuero interno (“hecho” pone el énfasis en el proceso) funcionan como esculturas formando series e instalaciones. Éstas nacen y crecen dentro del espacio restringido por los materiales y los procedimientos y son el resultado de una búsqueda formal que improvisa y se mueve sin plan predeterminado, más allá del espacio que delimitan los materiales y los procedimientos.
Cada obra es testimonio del proceso y una variación posible, un objeto autónomo que se entiende como una parte dentro del todo que es la serie de la que forma parte. Cada serie es un proyecto terminado que se entrelaza con las series siguientes y anteriores. En ese sentido toda mi obra es un trabajo continuo de investigación de materiales y cómo manipularlos para que comuniquen algo más, como decía un profesor “siempre lo mismo pero nunca igual”.
Actualmente estoy trabajando en una serie con nombre provisional KIN (parentesco en inglés) y uso textiles usados de mi familia y ramas que he recogido con mis hijos durante nuestros paseos. El proceso tiene dos fases, una es la fase de “recolectar” y otra es la de hacer. La primera dura bastante y es más bien una intuición. En el caso de esta serie comenzó hace varios años guardando las camisetas de mis hijos para “algo” a medida que les iban quedando pequeñas. Sabía que quería usar todos esos colores pero en ese tiempo aún no sabía en qué, hasta que le llegara su momento.

El proceso de creación a nivel formal es bastante azaroso al principio: comienzo haciendo formas blandas con las telas sin ideas preconcebidas y en algún momento elijo este elemento rígido y lineal para que apoye al tejido blando. El ensayo-error funciona muy bien para mí. Con el uso de la ropa usada reflexiono por una parte sobre esta segunda piel que nos ponemos y sacamos cada día que nos cubre y protege, que continua y cíclicamente hay que lavar, secar, colgar, planchar, guardar, usar y lavar, secar….. o sea, que hay que cuidar. Me sirve en esta perspectiva como metáfora para hablar del trabajo de cuidados dentro del núcleo familiar de manera particular y entre personas en general.

Tengo una visión eco feminista por lo que mi interés apunta a darle vueltas y trabajar la interdependencia que existe entre nosotros, así como, nuestra completa dependencia de la naturaleza. De alguna manera en mis trabajos replico estas sinergias y busco hacerlas visibles. A su vez hago una crítica al estado de las cosas (comprar, usar y tirar, consumismo en general) proponiendo una alternativa, una en la que se pueda ser auto-suficiente y en la que el valor esté dado por el trabajo manual y el concepto que subyace en la obra y no por materiales fastuosos o dimensiones colosales. Desde el principio ha habido esta pulsión en mi trabajo. Una vez un profesor ante mi queja por no tener dinero para comprar material me dijo que usara lo que tenía a mano. Pienso que esa frase ha marcado toda mi carrera y abarca todo mi trabajo. Comprar material, no significativo en mi obra, es un conflicto para mí y lo traslado al proceso de mi práctica.
Mi propuesta artística no es cada obra independiente, sino todo en su conjunto es un proceso de búsqueda y transformación de materiales para transitar una senda alternativa al de comprar, usar y tirar. Apuesto por un arte consciente y ecológico no sólo en su temática sino también en lo que para mí es una de sus pilares estructurales que son los materiales. Ojalá nuestra práctica artística fuera regenerativa pero como mínimo debe ser sostenible.
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Ha sido una experiencia muy buena trabajar juntas en este post.
De manera personal ha sido muy provechoso para sintetizar y aclarar ideas en relación a mi propio trabajo, no siempre hay tiempo para pararse a pensar y sobre todo escribir!.
Muchas gracias por ayudarme a compartir mi visión 😉
Gracias a tí por dejarnos entrar en tu proceso creativo y conocer mejor tu labor artística. Es todo un placer tenerte como parte de la sección. ¡Un abrazo!